La crisis por el Covid-19 impulsó el uso de medios digitales de manera exponencial en todos los sectores. Sin embargo, fuera de las ciudades el impacto de las tecnologías de la información y la comunicación aún es limitado. En Perú, según cifras del INEI, solo el 39,3% de hogares peruanos tiene acceso al internet.
No obstante, han surgido algunas iniciativas privadas que buscan elevar esta cifra. Una de las más representativas del último año es la de la compañía minera Antapaccay quien, tras semanas de conflicto con la población de Espinar en Cusco, acordó la entrega de S/ 44 millones en bonos sociales de reactivación económica para la población afectada por la pandemia.
Es el primer proyecto de digitalización de esta magnitud en zonas rurales y el Comité de Gestión del Convenio Marco eligió como aliado a Edenred Perú para la entrega de las tarjetas de usos múltiples. Estas contaban con montos de S/ 1,000 cada una para los 44,000 pobladores de la provincia.
Para poder hacer uso de las tarjetas, la empresa de soluciones empresariales llevó a cabo un proceso de digitalización en la zona que buscaba brindar mayor disponibilidad para el uso del servicio y, a su vez, fomentar la transparencia de la información. Esto ha promovido la activación de la economía local, la formalización de los comercios y la adopción de medios de pagos digitales (tarjetas) en una población no bancarizada.
De hecho, en solo tres meses de ejecución ya se han registrado 60,000 transacciones de pagos con dichas tarjetas y la adopción de medios de pagos digitales en los comercios locales se aceleró en un 900%, de acuerdo con los reportes de Edenred Perú. Según Diego Castro, gerente general de Edenred Perú, antes de la ejecución del proyecto, habían menos de 100 dispositivos POS disponibles en Espinar y, luego de la distribución de tarjetas, más de 500 tiendas se han familiarizado con este medio de pago y lo utilizan en sus ventas diarias.
No cabe duda que las soluciones de pago digitales de Edenred han permitido reducir las desigualdades sociales y económicas en Espinar, ya que, entre otras cosas, aceleraron el desarrollo de las habilidades digitales en la población, permitieron reducir el contacto, optimizaron la gestión del gasto, y garantizaron que los fondos sean utilizados para el fin determinado por los mismos.
A pesar de eso, el proyecto también encontró algunas dificultades como problemas de cobertura, sobre todo en las redes 3G y 4G. Por ello es clave generar demanda, ya que esto impulsaría a las compañías de telecomunicaciones a invertir en infraestructura en estas zonas.
En general, todas las áreas rurales de Latinoamérica son fundamentales para el desarrollo, no solo por ser el hogar del 19% de la población mundial, sino también por sus múltiples aportes a distintos sectores como la producción de alimentos, la energía, los servicios ambientales, la cultura e identidad y los recursos naturales cruciales para la sostenibilidad de la vida. Por eso, excluirlas del proceso de desarrollo afectaría a toda la población mundial.
La exclusión del mundo rural de la digitalización no es sólo un dato sociocultural, sino una debilidad productiva, financiera y comercial que afecta directamente la competitividad de las empresas de la zona y la calidad de vida de los habitantes rurales.